Cabe destacar como particularidades de la revista América el haber engendrado, madurado y dado inicio al indigenismo, cuando a través de las páginas de los números editados el 17 y 18 de marzo y abril de 1927, se convocó al concurso literario que premió la primera novela de esta corriente, “Plata y Bronce” de Fernando Chávez. Años mas tarde, en un nuevo certamen para el género novelístico, promovido también a través de “América”, triunfó la obra de Jorge Icaza, “En Las Calles” sobre otras valiosas, como “Trabajadores” de Humberto Salvador y “El Cojo Navarrete” de Enrique Terán; hito que marcó la fama de Icaza, pues casi había monopolizado el indigenismo literario con “Bronce de la Sierra” y, sobre todo, con “Huasipungo”, que lo universalizó. Y en 1979 prosiguió la corriente indigenista, reforzada y ennoblecida por Gustavo Alfredo Jácome con su obra premiada por el I. Municipio de Quito: “Por Qué Se Fueron Las Garzas”. Los tres escritores distinguidos miembros del grupo que marcaron tres hitos de la novelística indígena: nacimiento, desarrollo y culminación, hechos que se produjeron íntegramente en el regazo de la revista “América”.

La revista tuvo números monográficos de diferente temática, como la dedicada a la ciudad de Quito en el Cuarto Centenario de su fundación, el 6 de diciembre de 1934, a personalidades de la Historia, a países americanos y eminentes escritores. En sus talleres se editó la primera “Antología de la Poesía Ecuatoriana”, Quito, Ecuador, 1944, escrita por Augusto Arias y Antonio Montalvo, y otro volumen que compila las ponencias de los nuevos valores que ingresaron a la institución. Es admirable que en nuestro medio la publicación haya podido mantener su cohesión por casi una centuria. Cierto que muchos de los valores que colaboraron en ella nos han sido arrebatados con el paso del tiempo, pero el espíritu de supervivencia ha sustituido su presencia con otros, igualmente significativos, que la han vitalizado. De sus primeras etapas quedan todavía representativas figuras como la del poeta y novelista Gustavo Alfredo Jácome, el científico y médico Plutarco Naranjo Vargas, el educador y ex ministro de Educación Gonzalo Abad Grijalva, quienes prosiguen sus actividades literarias y científicas.

De los actuales miembros muchos integran otras instituciones, como las Academias de la Lengua y de la Historia; la Academia de Medicina, la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Otros son profesores, decanos, diplomáticos, funcionarios de alto nivel. La producción bibliográfica de quienes colaboran con la revista pasa de tres millares, cifra que se sustenta en la prolífica creación de sus socios, muchos de los cuales han pasado de los 15, 20 y hasta 30 títulos, en ciencia, literatura, historia, filosofía, artes.

De la iniciativa de algunos miembros del Grupo América nacieron otras entidades como la Casa de la Cultura Ecuatoriana, fundada por José María Velasco Ibarra y Benjamín Carrión Mora en 1947. El Instituto Sanmartiniano, cuyo fundador y Presidente distinguido fuera el licenciado Humberto Vacas Gómez. La Sociedad Bolivariana del Ecuador, organizada por Antonio Montalvo y Alfredo Martínez, entre otras.

En el número 122, que evoca el octogésimo aniversario de la aparición de la revista, debemos rendir homenaje de admiración a los socios que han mantenido la vitalidad institucional y nos han hecho partícipes de su prestigio y sus triunfos. Han sido distinguidos con el “Premio Espejo” del Gobierno Nacional Benjamín Carrión, Alfredo Pareja Diezcanseco, Demetrio Aguilera Malta, Jorge Carrera Andrade, Ángel F. Rojas, Alfonso Rumazo González, Nelson Estupiñán Bass, Plutarco Naranjo, Rodrigo Fierro Benítez, Galo René Pérez, Filoteo Samaniego Salazar. Muchos galardones de diversa nominación han recibido sus miembros por su trayectoria distinguida, como Plutarco Naranjo, Galo René Pérez, Alicia Yánez Cossío, Antonio Sacoto Salamea, Manuel Federico Ponce, Rodrigo Fierro Benítez, Mario Cobo Barona, Alba Luz Mora.

El 13 de abril del año 2005 se cumplió el octogésimo aniversario de la aparición de la revista “América” fundada por dos intelectuales ambateños: Alfredo Martínez y Antonio Montalvo, poetas de trayectoria dinámica y respetable que junto con Nicolás Rubio Vásquez habían mantenido el periódico El Cosmopolita y la revista Centauro y publicado el libro “Alba de Ensueño” en 1922.

Entonces el Ecuador no contaba con una publicación de relieve, pues la revista “Caricatura”, tan prestigiada, vivía una etapa de serios problemas económicos. Por ello la actividad cultural encontró en “América” un órgano de expresión oportuno para las inquietudes literarias. “Esta revista marcará una época en la literatura ecuatoriana” dice Augusto Arias, y por espacio de veinte años estará bajo la dirección de Antonio Montalvo, quien en los veinte primeros números de la revista jamás dejó de insertar sus notas críticas para casi todos los libros ecuatorianos que aparecieron en esa etapa. Los cinco primeros números fueron fruto del esfuerzo de sus iniciadores, el aporte de Los Talleres de la Imprenta Nacional y las contribuciones amigas que financiaron las ediciones.

Pero lo notable de “América” es que ha sobrevivido a todos los avatares de la vida ecuatoriana, períodos de inestabilidad política, crisis económicas, dificultades con las editoriales, recursos menguados, no supusieron que decaiga el entusiasmo de sus patrocinadores. Se congregaron en torno a ella las más importantes figuras de la cultura y el pensamiento nacional, con su pluralidad y universalidad, abordando los temas de ciencia, literatura, arte, historia. Allí encontramos la colaboración asidua de Oscar Efrén Reyes historiador e investigador infatigable; Hugo Moncayo, autor de prosa selecta; y Juan Pablo Muñoz Sanz, también ensayista y divulgador de temas americanistas.